martes, 6 de octubre de 2009

Paisajes Interrumpidos de Susy Iglicki


Desde el miércoles 30 de septiembre, Galería La Cuadra presenta la exposición Paisajes interrumpidos, un conjunto de obras recientes con las que Susy Iglicki vuelve a la pintura que había cultivado ya en la década de los ochenta, tras ser conocida y reconocida desde los setenta por sus trabajos sobre papel, tanto en dibujo y grabado como en técnicas mixtas. En Paisajes interrumpidos, Iglicki se conecta con una significativa corriente del arte venezolano contemporáneo que reivindica y a la vez cuestiona nuestra tradición geométrica, sello de una modernidad que pervive y se transforma desde un lenguaje muy personal, incluso íntimo, a través de esa mirada que transita entre la naturaleza, el arte y la naturaleza del arte.


Desde el 1º de octubre al 8 de noviembre 2009.
Horario:
Martes a Viernes 11am – 6pm
Sábados y Domingos 11am – 4pm
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Paisajes Interrumpidos
Susy Iglicki

Conocida y reconocida desde la década de los setenta por sus trabajos sobre papel, tanto en dibujo y grabado como en técnicas mixtas, Susy Iglicki vuelve ahora a la pintura que ya había cultivado en los años ochenta. Si bien existe un parentesco ineludible entre aquellas obras sobre papel y estas nuevas sobre tela -una misma estética del rigor, la contención y la sutileza- éste no remite meramente a una pintura realizada ocasionalmente por una dibujante-grabadora, como una especie de divertimiento sin mayores compromisos.
Al contrario, se afirma una personalidad artística reflexiva e introspectiva, que no sólo se ha apropiado de los recursos formales (dentro de la riqueza contemporánea de hibridación entre elementos pictóricos tradicionales y otros extra-pictóricos), sino que la artista está enfrentando sin retórica las sospechas que rodean a la pintura de nuestro tiempo, en una fase post-histórica y cuando su relación con lo real sigue siendo, sin embargo, un eterno e impostergable cuestionamiento, tanto del arte como de lo real.
En este sentido, el título que Susy Iglicki ha escogido para su más reciente serie: Paisajes interrumpidos, arroja luces sobre una intencionalidad que tal vez la pintura misma no entrega del todo, haciendo suyos el juego de la artista entre lo consciente y lo inconsciente, lo oculto y lo revelado.
En un primer acercamiento, no se hace presente el paisaje, pues se trata de una pintura abstracta, que recurre a un vocabulario de espíritu minimalista, o en todo caso limitado adrede y riguroso: cuadrados, triángulos y sus variantes, líneas rectas, superficies planas. Nada que pueda sugerir siquiera un proceso de abstracción mediante el cual unos elementos naturales previos se verían sometidos a la geometrización como una búsqueda de lo esencial.
Luego se perfilan unas discretas líneas curvas, unas formas ascendentes, sugeridas y a la vez macizas, y así surge, más como símbolo que como representación directa, la montaña, ese Ávila que define al paisaje en la pintura venezolana y que a principios del siglo XX protagonizó su entrada en la modernidad, la ruptura con el pasado académico. De la misma manera aparecen flores que, más que la naturaleza en sí evocan patrones de ornamentos: flores codificadas, que ya han pasado por una metamorfosis, que pertenecen a un orden artístico.
Así es como entre lo visible (en lo real circundante) y lo pictórico se ha ido inmiscuyendo una suerte de eslabón, una “segunda naturaleza” que alude todavía a la primera al tiempo que la soslaya para dejar la representación en una zona intermedia, difusa, oculta tras la geometría. Se consumió una ruptura entre lo real y el ilusionismo, en cuya continuidad se fundamentaba la pintura clásica. Pero, en otro nivel, ahora conceptual, Susy Iglicki se sigue rigiendo sutilmente por la albertiana idea del cuadro como una ventana abierta hacia el universo, como bien lo revela la abundancia de formas ortogonales en su pintura. Este universo que, para ella, no es sólo el de las formas visibles en la naturaleza (la flor, la montaña) sino también el de las formas artísticas y, más allá, el de la racionalidad geométrica que permite reordenar los anteriores.
Sin embargo, la artista no se conforma con inscribirse en la tradición de la pintura, ni con ampliar al arte mismo la naturaleza del arte, sino que problematiza su propio planteamiento al introducir en un discurso aparentemente constructivo unos elementos “disfuncionales”, impuros, como actores de ruptura, fragmentación, que vienen a alterar el orden: líneas que se quiebran, que “interrumpen”, texturas en relieve que rompen con las superficies planas, caligrafías indescifrables que tienden a expandirse fuera del marco (fuera del control). Incluso los motivos florales con sus sinuosidades contribuyen a esa deconstrucción.
A través de esa mirada transita entre la naturaleza, el arte y la naturaleza del arte, Susy Iglicki, desde un lenguaje muy personal, incluso íntimo, se conecta con una significativa corriente del arte venezolano contemporáneo que reivindica y a la vez cuestiona nuestra tradición geométrica, sello de una modernidad que pervive y se transforma.


Texto por: Federica Palomero / julio 2009

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Susy Iglicki: espacios de olvido y tiempos de memoria

Las recientes realizaciones de Susy Iglicki revelan un entrecruzamiento de tiempos y espacios. En unas ocasiones se sienten espacios de tiempo y, en otras, tiempos espaciales. La verdad es que no importa el orden de prelación sino la metáfora estética que se promueve. El tiempo se presenta como memoria (del pasado), como vivencia (del presente ) y como vocación de futuro. Pero, ¿acaso no debemos aceptar –con Aristóteles- que el pasado, el presente y el futuro no son más que las imágenes móviles de una misma realidad? Pues bien, parece que la artista acepta este designio pero con un espíritu inquisitivo y escrutador. El asunto no es demostrar esas conjugaciones sino encontrar los posibles desencuentros entre ellos.
En el marco de esos propósitos, afloran sus “Paisajes interrumpidos”, en donde siempre queda registrada la idea de ruptura, de corte, de intersticio…Estas sugerencias adquieren una poderosa resonancia a partir de opciones diferentes pero conjugadas en una misma intención: algunas obras muestran cuadrados enmarcados y remarcados; otras evidencian tableros, matrices, retículas o crucigramas; las hay también con ventanas desde las cuales el espectador es observado y convocado al mismo tiempo; finalmente, se observan estructuras diferenciadas y ortogonales que se organizan en una superficie. Pero en todas estas opciones siempre aparece el dato de una fractura que problematiza el acto pictórico y trastoca cualquier sesgo complaciente.
La vivencia plástica expuesta se refuerza con los efectos visuales derivados de texturas valorizadas en función de relieves que coexisten con zonas atenuadas en su saturación cromática. En variadas ocasiones la materialidad de ciertos campos se refugia en motivos florales que, en lugar de atender una referencialidad banal, se presentan como impactos que simulan una fuerte carga simbólica y un avezado desenlace sensible. Aquí lo simbólico se inscribe en la acción de encubrir algo más profundo de lo que se ve. Con Jean Baudrillard podríamos aseverar que “ la más alta función del símbolo es hacer que desaparezca la realidad y a la vez se esconda esa desaparición”. Lo sensible, por su parte, alude aquí a los datos que afectan el ámbito perceptivo a partir de provocaciones acentuadas y de rúbricas silueteadas. De esta manera, sus paisajes simbólicos conllevan la dosis esencial de un estado de ánimo. Parece que la artista quisiera habitar los espacios que pinta. De esta manera, se entiende que sus ejecuciones transcriban espacios de intimidad y tiempos de ensueño, ya que las instancias visibles generalmente reflejan umbrales psíquicos. En estos planos también se afirman dimensiones reflexivas y rasgos alusivos que se incrustan en una memoria profunda. Por esta vía, Susy Iglicki reafirma la noción de representación ofrecida por Octavio Paz: “La representación significa la distancia entre la presencia plena y nuestra mirada” Es, justamente, en este ámbito escurridizo y desafiante donde ella se sitúa para solventar sus iniciativas creativas. Esto explica, en cierta forma, el hecho de que sus últimas manifestaciones dejen translucir un leguaje recóndito pero asequible. Sus cuadros hacen recordar que “El arte –como decía Allan Jones- es elevar hasta el extremo lo que es trivial para trascender lo que es trivial”. (…)

Texto por: Víctor Guédez



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1 comentario:

  1. Federica Palomero6/10/09, 11:54

    Hola soy Federica Palomero, me parece que aunque sea por pura cortesía, deberían pedir permiso para publicar un texto mío, pues en este caso no lo negaría, pero creo que es lo de menos, ya que el autor debe (bueno, debería...) poder escoger en qué medios quiere aparecer o no. Saludos, FP

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